viernes, 6 de noviembre de 2009

"Es inevitable desconfiar de las personas que inconscientemente se jactan de tener mas respuestas que preguntas"

Frase de mi amigo el "Doctor Chapatín" en Noviembre de 2009 a sus 91 años.

Algunas palabras acerca del "Doctor Chapatín":
Periodista, fumón, nonagenario, chupado por la dictadura, exiliado en Suecia dos años, idealista, feliz!

Publicado por: Darío Rosemblat

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domingo, 25 de octubre de 2009

Agustina Guerrero


Chica que diseña



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lunes, 21 de enero de 2008

Vidas de Carver

Por Antonio Muñoz Molina

Pocas personas tienen una sola vida. Raymond Carver tuvo al menos dos, antes de ingresar tan prematuramente en la muerte y en una posteridad en la que su nombre se ha agrandado, en vez de desaparecer, y en la que sus libros, aun sin la ayuda de su presencia física, han logrado ese raro milagro, perdurar en los estantes de las librerías. Quien ha vivido varias vidas no siempre puede recordar la fecha exacta en la que comenzó cada una de ellas. Raymond Carver sabía cuándo terminó la primera de las suyas, cuándo empezó la segunda: exactamente el dos de junio de 1977, cuando dejó de beber, pocos días después de cumplir treinta y nueve años. Se había casado a los diecinueve, con una chica de dieciséis. A los veintiuno ya era padre de dos hijos, y no tenía más perspectivas que trabajar de peón en las serrerías de la costa noroeste de Estados Unidos o de repartidor o de portero, mientras su mujer ganaba un salario escaso como camarera.


El origen de una vocación literaria es tan misterioso como el de las historias que cuenta un escritor. A Carver le gustaba citar la definición de un cuento corto que da V. S. Pritchett: "Algo vislumbrado de soslayo, de paso". Para explicar lo frágil que puede ser el punto de partida de una historia que sin embargo uno sabe que le importará mucho escribir ponía el ejemplo de la primera frase de una de las suyas: "Estaba pasando la aspiradora cuando sonó el teléfono". En esas pocas palabras tan comunes como la situación que cuentan está cifrado el relato igual que la planta entera en su semilla. De la misma manera improbable la segunda vida tan breve y la posteridad de Carver estaban contenidas en la desolación de la primera, que es una desolación muy específica de la pobreza americana, la de la clase trabajadora blanca encallada en los márgenes de la escala laboral y del consumo sórdido, en los parques de caravanas y en las zonas de viviendas situadas entre los cruces de autopistas. El cine, que todo lo embellece, ha creado una mitología visual de esos paisajes, asociada a la de los moteles, las gasolineras y los neones de los restaurantes solitarios de comida basura, a la horizontalidad de los espacios desiertos y las periferias industriales. La realidad es pavorosa, y no tiene nada de literario.

Y sin embargo Raymond Carver hizo excelente literatura con ella, igual que se había hecho a sí mismo escritor viniendo de una familia en la que nadie leyó jamás un libro ni pasó de la escuela primaria y sobreponiéndose a la responsabilidad demoledora para un muchacho de poco más de veinte años y su mujer adolescente de criar a dos hijos pequeños. Las mismas circunstancias que conspiraban contra su porvenir de escritor se convirtieron en los materiales fértiles de su literatura: no sólo la pobreza, no sólo el agobio de los niños pequeños, de los trabajos mezquinos, de las expectativas frustradas, sino también el riguroso infierno del alcohol, que lo llevó a ser hospitalizado tres veces al borde de la muerte, a romperle una botella de vodka en la cabeza a su primera mujer.

Hay que tener mucho cuidado con la mística de la mala vida como germen del talento. El de Raymond Carver sobrevivió a la bebida igual que pudo haber sido destruido por ella. Lo que nos atrae tanto en sus historias no es tanto el relato de esa especie de inmóvil desesperación en la que se encuentran atrapados sus personajes como la intuición de una plenitud que casi parece accesible para ellos a pesar de todo. Muy cerca del dolor está la ternura; la claudicación de un borracho que vuelve a la botella no llega a corromper del todo su alma; la pelea más atroz de una pareja no anula los instantes de felicidad que conocieron alguna vez; en una habitación donde un grupo de amigos conversa sobre nada y se emborracha poco a poco alguien observa la luz de la tarde que se filtra por la persiana y permanece como un ascua roja en el espejo. La limpieza de la escritura ya es en sí misma una afirmación. Las experiencias reveladoras a las que aludía Carver cuando hablaba del oficio de escribir no tienen que ver con el horror ni con la desgracia, sino con la epifanía de las cosas cotidianas: "Es posible escribir sobre cosas y objetos comunes con un lenguaje común pero preciso, y dotar a esas cosas -una silla, una cortina, un tenedor, una piedra, el pendiente de una mujer- con un poder inmenso, incluso sobrecogedor".

Suele pensarse que este tono de sutil o explícita celebración llegó a la literatura de Carver en su segunda vida, según se afianzaba su amor con Tess Gallagher y su celebridad de escritor, en el tiempo demasiado breve en el que aún no sabía que iba a morirse con cincuenta años de un cáncer de pulmón. La sequedad quirúrgica de su primer estilo parecía que daba paso a una nueva complacencia en la escritura, a una riqueza mayor de pormenores y de matices. Pero en literatura todas las explicaciones claras son dudosas, y todo prestigio tiene una parte mayor o menor de malentendido. Multitudes de imitadores han venerado la inflexible austeridad expresiva de Raymond Carver y, como suele suceder, la han simplificado hasta la caricatura, pero ahora vamos sabiendo que el propio Carver no era del todo responsable de los despojamientos máximos de su estilo. En su número de fin de año The New Yorker publicó un relato inédito que se titula Beginners y que es una versión previa del que hasta ahora conocemos como De qué hablamos cuando hablamos de amor. El amigo y editor de Carver, Gordon Lish, eligió el nuevo título, pero no sólo ayudó a corregir la escritura y la trama: añadió cosas, suprimió casi la mitad del texto, cambió el final. En 1980, en una carta llena de inseguridad y de remordimiento, Carver le pidió a Lish que retirara ese cuento y alguno más del libro que iba a publicarse. Estaba agradecido al editor que lo apoyó tanto en sus años peores, temía parecer ingrato, perder su amistad: pero tampoco quería que su historia quedara desfigurada. Leídas ahora, una al lado de la otra, las dos versiones dejan una sensación desconcertante: el texto original de Carver revela honduras que se han perdido en el otro; lo que hasta hace nada nos parecía un modelo de contención en el cuento que conocíamos ahora tiene algo como de catatonia emocional y expresiva.

El libro, a pesar de todo, se publicó así, y tuvo tanto éxito que cambió para siempre la carrera de Raymond Carver, quien nunca mostró en público su discrepancia con Lish, aunque rompió con él poco tiempo después. El estilo de aquellos cuentos, tan único, era en parte la invención de otro hombre. El reconocimiento público se otorgaba a alguien que era parcialmente un impostor. Pero quién no se siente así al recibir ciertos elogios; quién tiene el coraje necesario para negarse a aceptar algunas formas de admiración que intuye falsas o completamente equivocadas.


www.elpais.com/Raymond Carver

Gloria Ziegler

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viernes, 11 de enero de 2008

Por qué todavía no me compré un DVD

Imperdible. Tal como lo anunciaba el asunto del mail con el que me llegó esto. Los comentarios sean bien recibidos, siempre!



Eduardo Galeano

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!. ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!


Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces. ¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?. ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando somieres casa por casa?. ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?. ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?. Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura.

"..."

¡Tooodo guardábamos! Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica (radios?) pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables.

¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'este es un 4 de bastos'.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

Ah¡ No lo voy a hacer!

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.

Hasta aquí.

Eduardo Galeano

--.---.--.--.--

Florencia Salvador

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Era el cielo: el ejercicio de la mala interpretación

Extenso debate se inició a partir de Era el Cielo, la última novela de Sergio Bizzio, editada en 2007 por Interzona. Al parecer, el centro de la disputa recae, nuevamente, en la idea que sostiene la utilización de ciertas técnicas para conseguir una escritura correcta y de calidad asegurada: la eterna guerra de la escritura “berreta” contra la escritura “proletaria” (léase por el desmedido sacrificio que implica el trabajo).
Ni berreta ni sangrante: “Era el cielo” cuenta con una narrativa fluida, donde el autor expone sus sentimientos y miedos con tal exquisitez, que provocan que el lector no pueda despegar los ojos de la lectura.
Es por eso que encuentro errada –y también agresiva- la crítica realizada por Mariana Enríquez en el diario Página 12 (edición del domingo 6 de enero), donde afirma que el autor “carece de herramientas técnicas y emocionales para profundizar”. Enríquez se equivoca y mal interpreta la novela: Bizzio hace uso de sus cualidades como guionista y se dedica a relatar una historia que desde el inicio presenta al personaje principal –guionista también - como un absoluto observador que derrapa en una rutina donde sus emociones son contadas desde la lejanía, sin perder un tono intimista. No se trata de un distanciamiento avalado en la pereza, sino todo lo contrario: Bizzio se encarga de enunciar (desechar) en tan sólo un renglón lo que supone como hechos secundarios (suicidios y muertes) para profundizar en sus miedos y amores. Quizás de aquí parta la incomprensión de Enríquez: se trata tan sólo de una novela que relata con nostalgia y dolor la incomprensión del protagonista ante una vida que se torna tan disímil al deseo original, que lo lleva a un desgano impersonal: “(…) la frente es el lugar del cuerpo donde siento el cansancio con más nitidez. No en toda la frente: es un sector circular, ubicado por encima del entrecejo, que se angosta y extiende a izquierda y derecha, hasta tocar las sienes, formando la figura de una persona con los brazos abiertos sobre el respaldo de un sofá. No es un cansancio plácido, sin embargo, ni exclusivamente físico. Es como si supiera lo que va a ocurrir mañana y no me interesara…” Sin embargo en algo sí coincido con Enríquez y es cuando indica que la novela propone “un ejercicio que mezcla la puntillosidad (…) a lo que hay que sumarle desplazamientos hacia el disparate o lo vagamente maravilloso”. Es evidente que Bizzio maneja las letras como pocos y sabe detenerse para crear momentos que hacen que la novela trascienda a esa supuesta distancia y frialdad que Enríquez defiende. Tan sólo basta leer uno de los pasajes del libro para entender a lo que se refería en la entrevista que compartió con Guebel y Pauls para Diario Perfil, donde indicaba que esta en contra de “los lectores que buscan historias entretenidas, sólidas, consistentes. La idea de lo eficaz es repugnante”. En este caso, la historia pasa por otro lado: por el arraigo a esos miedos que muy lejos están de entretener pero que se trepan a la escritura y se acomodan causando una sordidez que estremece: “(…) podía oírlo hasta dormido (cuando yo dormía). Tenía miedo de que se ahogara, que perdiera demasiado peso o que tuviera alguna enfermedad; cuando empezó a gatear tuve miedo de que pusiera un dedo en el enchufe, que se tragara un encendedor, que se metiera algo en el oído; cuando empezó a caminar temí que se golpeara con la punta de una mesa, que cayera al balcón, que se metiera en el lavarropas; cuando empezó a ir al colegio tuve miedo de que un extraño lo robara, que lo abusara el profesor de flauta… La lista era infinita. Un hijo es una industria de producir terror”.

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Con anestesia

Una separación contada con desapego emocional en la nueva novela de Sergio Bizzio.

Por Mariana Enriquez
Era el cielo
Sergio Bizzio
Interzona
202 páginas.

La novela comienza con ganas de impactar: el narrador vuelve a su casa y se encuentra con que dos hombres están violando a su esposa. En vez de intervenir, observa el ultraje con una distancia notable, y con el tiempo y la presencia de ánimo para apuntar detalles como “usaba sandalias de cuero y se agitaba sobre la espalda de Diana como un contrabajista”. Se trata, claro, de un efecto buscado de distanciamiento que entra en el terreno de lo absurdo cuando el esposo, una vez que los agresores se van, ni siquiera le pregunta a la mujer violada cómo se siente. En rigor, nunca habla con ella de lo que sucedió, al punto que el hecho, con el correr de las páginas, comienza a adquirir un carácter de ensoñación, de irrealidad. El narrador y protagonista abandona a su mujer después de la violación, y en seguida encuentra una nueva pareja, guionista de televisión como él, llamada Vera. Y entonces la novela se desliza hacia todas partes y hacia ninguna, en un ejercicio que mezcla la puntillosidad (“los hijos de los invitados nadaban en la piscina –no era una pileta, tenía forma de riñón–”, escribe) con una especie de embotamiento emocional, a lo que hay que sumarle desplazamientos hacia el disparate o lo vagamente maravilloso. El narrador escribe una lista de sus miedos mientras trata de esquivar los avances de una joven japonesa, también guionista; luego visita la casa de un millonario con su novia, y ella se atreve a nadar junto a un tiburón en la piscina de la mansión; su amigo gay, compañero de trabajo, tiene una pareja que le pega –escultor especializado en dragones–, pero el narrador nuevamente no interviene; hay suicidios y persecuciones y muertes sin consecuencias, tan sólo enunciadas en un renglón, como al pasar. La sensación es que Era el cielo transcurre bajo el agua, como si estuviera escrita por un buzo sumergido. El tono es de un desapego constante, que ni siquiera cede cuando el narrador se refiere a cuánto le duele haber dejado de convivir con su pequeño hijo: el protagonista es un cobarde y lo es porque resulta incapaz de dejarse atravesar por las emociones, como si le dieran pudor, como si evitar lo sentimental tuviera que ver con una decisión estética.

Lo errático de la novela, que alberga desde la burla a una poeta joven llamada Alejandrina hasta reuniones con productores de TV, refuerza esa idea de que nada es importante o duradero. Era el cielo es leve, sobrevuela sobre las emociones, y por eso resulta tan difícil concederle algún interés: pide a gritos la intrascendencia, quizá como un intento pensado de pararse en la vereda de enfrente de la solemnidad. En una reciente entrevista con el diario Perfil, Sergio Bizzio dijo que está en contra de “los lectores que buscan historias entretenidas, sólidas consistentes; la idea de lo eficaz es repugnante”. Así piensa el autor su literatura y los resultados son coherentes con la premisa. Sólo que Era el cielo sí es entretenida, porque Bizzio tiene un evidente don para el diálogo y el ritmo. Pero lo efímero y deshilvanado provoca otro efecto, no buscado: Era el cielo parece una novela a medio terminar, con un narrador perezoso que olvida personajes por el camino y carece de herramientas técnicas o emocionales para profundizar. Lo paradójico es que esta precariedad es, precisamente, la operación literaria deseada.



Cecilia Díaz

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miércoles, 9 de enero de 2008

Simone de Beauvoir, a 100 años de su nacimiento

Una mujer con muchos hijos

Escribió, militó y vivió. La autora de El segundo sexo y Los mandarines, entre otras obras, expresó un modelo de feminidad que en su momento provocó escándalo y marcó un camino. Su figura, hoy, es objeto de debates y homenajes, que coinciden en considerarla una precursora.

Por Silvina Friera

Los franceses no saben qué hacer con esa mujer tan admirada como denostada. Sus amigos la apodaban “Castor” como símbolo de su espíritu constructor y preciso, sus enemigos la llamaban “la gran sartresa” o, peor aún, “Notre Dame de Sartre”. Cuando se pretende opacar su obra, adhiriéndola al destino de un hombre, nada mejor que apelar a la “compañera intelectual” de Jean-Paul Sartre , aunque no faltarán quienes preferirán bajarla de ese ambiguo podio de “igualdad” que compartía con el escritor y filósofo existencialista, recordándola apenas como “compañera sentimental”. Cuando se impone el bronce o el mito –algo que parece inevitable–, se la presenta como la autora del libro de cabecera de la revolución feminista, El segundo sexo, como paradigma de “la mujer liberada” que vertía reflexiones atrevidas y escandalosas para la época, que osó denunciar filosóficamente la opresión masculina a partir de la sexualidad. En el centenario del nacimiento de la escritora Simone de Beauvoir, comienzan hoy los homenajes y coloquios con biógrafos y especialistas de su obra en París (ver aparte), quienes continuarán reflexionando sobre la vida y la obra de una escritora que ha provocado heridas en la cultura francesa que aún no cicatrizan.


Simone de Beauvoir nació en París el 9 de enero de 1908 y murió en esa ciudad el 14 de abril de 1986. Perteneciente a una familia de la alta burguesía parisina, fue educada bajo una fuerte moral cristiana, pero logró emanciparse de sus orígenes para elegir un destino muy distinto al que su medio le reservaba. Estudió filosofía en la Ecole Normale Supérieure de París, donde conoció a Jean-Paul Sartre, lo que fue según ella “el acontecimiento fundamental de mi existencia”. Muy pronto vio en Sartre a alguien con quien compartir sus aspiraciones. Su historia de amor con el autor de La náusea, que con altibajos duraría hasta la muerte, ha sido considerada un ejemplo de libertad amorosa para las generaciones posteriores. “No nos juramos fidelidad, pero éramos conscientes de ser la persona más importante para el otro”, aseguró la escritora en sus memorias. Desde el principio, la relación se caracterizó por la independencia, sentimental y sexual, de ambos: no se casaron, vivieron juntos sin compromiso y no tuvieron hijos. Construyeron un puente sin aduanas hacia sus respectivos universos, aunque esta pareja paradigmática hoy está siendo revisada a la luz de sus cartas, para comprobar si la relación de total intercambio y mutuo apoyo pregonada por De Beauvoir no fue en realidad su creación literaria más convincente.

A pesar de que enseñó filosofía en Marsella y Rouen, De Beauvoir quería ser, sobre todo, escritora. Después de su periplo docente, regresó a París y en 1943 publicó su primera novela, La invitada, en la que plantea un enfoque por entonces novedoso en cuanto al tratamiento psicológico de los personajes. Pronto aparecerían La sangre de los otros (1944) y Todos los hombres son mortales (1947), un gran ejemplo de “novela filosófica” que da cuenta de la temática existencialista al defender la inutilidad de toda empresa humana. La ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial la alejaría definitivamente de la enseñanza. Con Sartre, Merleau Ponty y Raymond Aron, entre otros, fundó en 1945 la revista Les Temps Modernes. Con la abogada Giséle Halimi creó la asociación Elegir, a favor del derecho a una maternidad deseada; con la actriz Delphine Seyrig, el Centro Audiovisual Simone de Beauvoir, y en 1974 participó de la creación de la Liga de los Derechos de la Mujer, de la que fue presidenta.

El 24 de mayo de 1949 apareció El segundo sexo (en las primeras semanas alcanzó una cifra de ventas de 22 mil ejemplares, y desde entonces lleva vendidos 1.200.000 sólo en Francia), un análisis político sin precedentes sobre la condición de la mujer, una bomba que la escritora arrojó contra el sistema patriarcal. En la introducción de este gran ensayo, De Beauvoir confesaba que durante mucho tiempo dudó en escribir un libro sobre la mujer. Su postulado central según el cual “no existe destino biológico femenino”, que la supuesta inferioridad femenina es una construcción social –lo que Françoise Héritier define como “una primera manera de hablar de género”–, provocó una polémica gigantesca. Michelle Perrot, historiadora y codirectora junto a Georges Duby de la publicación en cinco volúmenes de La historia de las mujeres en Occidente, atribuye parte del impacto de la obra al hecho de que Simone de Beauvoir analizaba crudamente la sexualidad femenina. “Osó describir sin eufemismos la sexualidad de las mujeres hablando de vagina, clítoris, reglas, del placer femenino... temas que, por aquellos años de la posguerra, seguían siendo tabú”, opina Perrot.

Entre sus libros se destaca la trilogía autobiográfica Memorias de una joven formal (1958) –en la que se pronunciaba en contra del tono abstracto: “Lo que soñaba con escribir era ‘una novela de la vida interior’; quería comunicar mi experiencia”–, La plenitud de la vida (1960) y La fuerza de las cosas (1963), y las narraciones Una muerte muy dulce (1964), escrita después de la muerte de su madre, y La mujer rota (1967). El balance de una vida dedicada a la militancia existencial, política y feminista se encuentra en La vejez (1970) y Final de cuentas (1972). En 1981 publicó La ceremonia del adiós, en la que ofrece una controvertida versión de sus relaciones con Sartre. “El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”, dijo la escritora francesa a modo de advertencia. La novela preferida por De Beauvoir era Los mandarines, que pone en escena el antagonismo entre Sartre y Camus, y con la que ganó el prestigioso premio Goncourt en 1954. “La escribí en un momento en el que estaba verdaderamente en el fuego de la vida, yo sentía el problema del tiempo y escribí esta novela con mucha pasión”, afirmó la escritora en una entrevista publicada por Le Monde en 1978. “Mis ensayos reflejan mis opciones prácticas y mis certezas intelectuales; mis novelas, el desconcierto al que me arroja, en general como en los detalles, nuestra condición humana. Corresponden a dos dimensiones de la experiencia que no sería posible comunicar de igual modo. Tanto los unos como las otras tienen para mí igual importancia y autenticidad; no me reconozco menos en El segundo sexo que en Los mandarines, e inversamente. Si me he expresado a través de dos registros diferentes, es porque esta diversidad me resultaba necesaria”, comparaba De Beauvoir su incursión en el ensayo y la novela.

Ironías del destino mediante, la mujer que no quiso tener hijos se encuentra con miles de hijas en el mundo. De Beauvoir es venerada por las feministas, sobre todo fuera de Francia, que leen y estudian su obra. En India, según la periodista Bénédictine Manier, “las indias citan a Simone de Beauvoir en cualquier conversación sobre mujeres al cabo de diez minutos”. En el centenario de su nacimiento hay mucha tela para cortar, mucho por decir, escribir y descubrir –especialmente su literatura, tal vez desplazada de foco por sus ensayos y su militancia feminista– sobre esta gran escritora y pensadora que marcó la vida de miles de mujeres en todo el mundo.


www.pagina12.com.ar/Simone de Beauvoir

Gloria Ziegler

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domingo, 9 de diciembre de 2007

Una historia viva entre libros

“El otro día un nene me vio y le dijo a su mamá: ‘viste que existen los indios’”, recuerda Lorenzo Pincén, lonko de Trenque Lauquen. “Cacique en español –aclara- Tengo 70 años y esta es mi primera vez en la Feria del Libro”. Al principio dudé de la veracidad de su relato. Sus ojos semiabiertos, de somnoliento, y su aliento mentolado competían con sus ropas de Cacique. Más tarde reconocí su hálito en las populares filas de personas deseosas de tomar gratis un Fernet de menta para acompañar el recorrido. Con todo, decidí conversar con Lorenzo. Y creerle.
Antes de mi llegada al stand 400 de la Cooperativa de Libreros Edicol Limitada, del Pabellón Azul, de la Feria Internacional del Libro 2007, Pincén estaba en una esquina sentado en un banco de plástico. Custodiaba las revistas Aborigen Argentino. Me paré ante un gran cartel con la cara de un indio. Me llamó la atención la dureza del rostro, parecía triste. Esa imagen era la misma que aparecía en las tapas de las publicaciones. Agarré una y la hojeé. Pensé que su valor a diez pesos era excesivo para las pocas hojas que tenía. Supuse que el precio era por la alta calidad de impresión, las páginas parecían plastificadas.

“¿Quiere que se la autografíe?”, me preguntó una voz. Casi río, pensé que era una broma. Me di vuelta y sí, se estaba dirigiendo a mí. Vaya sorpresa, me estaba hablando un hombre mayor, con una vincha negra y blanca que rodeaba su cabeza de canosos y abundantes cabellos. Un poncho negro con dibujos blancos, similares a los de su vincha, cubría por completo su cuerpo hasta los pies. “Es igual al hombre del cartel”, pensé. Era un hecho: la noche del viernes 4 de mayo, mi entrevistado me acababa de elegir.
“¿Le puedo hacer una entrevista?”, pregunté sin imaginar que sería la contraseña para abrir la puerta a una extensa charla. El lonko pareció despertar. Noté un brillo especial en su mirada. Se incorporó y después de presentarse, habló de la revista: “No hay otras publicaciones como Aborigen Argentino. Queremos que conozcan nuestras costumbres, nuestras vivencias. Representamos comunidades de más de cuatro millones de indígenas”. Claro, el lugar elegido para la divulgación de tal proyecto fue la 33° edición de la Feria Internacional del Libro que terminó el pasado 7 de mayo con más de un millón doscientos mil asistentes. Así, las ventas superaron la edición del 2006 entre un 20 y 50 por ciento. Además fue la primera vez que el evento cubrió los 145 mil metros cuadrados del predio de la Sociedad Rural de Palermo.
Mientras Pincén hablaba, como si lo hubiese rescatado de la sedimentaria tarea de firmar revistas, uno de los escritores estrella de este evento cultural nos pasó por al lado. El autor de Los mitos argentinos III, Felipe Pigna, caminaba rodeado por hombres que le hablaban y saludaban con gentileza. Parecía apurado. Por los altoparlantes se anunciaba su presencia en la Sala Victoria Ocampo. Casi corría. Era la hora de la presentación de Historia argentina con drama y humor y Mártires y verdugos, y a Pigna todavía le quedaban varios Pabellones por recorrer hasta llegar a la cita.
Momentos antes había pasado el ministro de Educación, Daniel Filmus, también candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Salía del stand 722 del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Así, la Feria funcionó como cita obligada de políticos en plena campaña, actores y actrices convertidos a la escritura, y hasta personajes mediáticos, que recién salidos de la televisión, estamparon sus firmas en los productos adquiridos por un público que, en su mayoría, avanzaba por los pasillos con cámaras de fotos a la caza de alguna cara famosa.
Resultaba extraño, y no menos chocante, el hecho de que Pincén tuviera que ofrecerse a firmar ejemplares de Aborigen Argentino. Sucede que el nombre completo de Lorenzo es Ulmen Buta Lonko Lonko Buta Toqui. Es bisnieto del Cacique Vicente Pincén, “el último malonero Pampa”, vencido por el general Argentino Roca en la Campaña del Desierto en 1878.
“Mi madre me dio el mando en 1983, antes de morir. Le correspondía al primer hijo varón pero como mis hermanos renunciaron, porque no querían reconocerse como indios, me lo entregó a mí. Trabajo a tiempo total, como dicen los ingleses: full time. Estoy divorciado y tengo cinco hijos grandes”, explica el Cacique. En honor a su mamá bautizó a la escuela que tiene en Trenque Lauquen Marcelina Pincén. “Doy coloquios, soy tutor. Tengo más de 20 chicos de séptimo grado para arriba y les enseño nuestro idioma, las ceremonias, los símbolos y la historia. Hablamos Mapudungún, que significa voz de la tierra. Los chicos ya lo están haciendo bien. También vienen los padres. Pasamos 40 horas semanales. Tiempo atrás los nenes no se querían hacer indios. Ahora es distinto. Con orgullo repiten: ‘Mari mari peñi’, hola que tal hermano”, explica.
Lorenzo trabajó en la Feria todos los días de 14 a 22. “Cansa un poco pero me estoy acostumbrado. Pero para mí es habitual dar charlas a los chicos en las escuelas, siempre parado. Nunca nos rechazaron. Al contrario, las maestras quieren que vuelva. Hago una tarea educativa muy importante porque no sólo llego a las mentes de los chicos sino que también a sus corazones. Nuestros abuelos, que han sufrido tanto, por lo menos saben que sus nietos les están dando la posibilidad de que descansen en paz”.
Además de las charlas en las instituciones educativas, Pincén colabora con las Naciones Unidas. “Formamos un grupo de trabajo sobre las poblaciones indígenas que está dentro de los Derechos Humanos. La ONU tiene un pequeño presupuesto con el que nos invitan para hablar sobre nuestros temas. Por eso conozco Ginebra, París y Bélgica”. Ocurre que el Cacique Pincén es un experto en legislación internacional acerca de temáticas indígenas. Y enfatiza: “Indígenas, no originarios. Los originarios provienen de los arios de Europa. Nosotros somos indígenas y todos los derechos de Naciones Unidas utilizan este término. Luego lo bajan a las Naciones, como Argentina, que deben hacer leyes que nos nombre como tales. Así estamos reconocidos. Lo de pueblos originarios es una manera de que perdamos nuestros derechos, nuestra identidad”.
Sobre sus viajes al exterior, Lorenzo concluye que siempre fueron bien recibidos, pero sentencia: “Los extranjeros se sienten culpables de lo que ha ocurrido. Es cierto que no los odiamos pero tenemos memoria. Por eso hacemos reclamos formales ante la ONU para que se logre la descolonización y desmilitarización del polo norte al polo sur de América. Para que los países vuelvan a ser libres e independientes, como lo eran antes de octubre de 1492. Eso es posible. Algunos piensan que es una utopía. Pero en 1960 surgió, en el seno de Naciones Unidas, destruir el colonialismo en el mundo. La Resolución 1514 sirvió para descolonizar África. En América, se formaron Estados y Repúblicas, pero son todos colonialistas, de la época posterior a Colón. Tienen que devolver esos territorios”.
Este Cacique Pampa Mapuche de Trenque Lauquen hablaba sin respiro. Sólo tomaba aire cuando alguien cortaba su discurso para saludarlo o pedirle que pose para una fotografía. Pincén saludó a todos con amabilidad y accedió a los pedidos. Las pocas arrugas de su rostro moreno, su buen oído, a pesar del bullicio, y su vitalidad para responder disimulaban los años que aseguró tener.
Acariciando sus ropas, Lorenzo indica que uno de los factores que logra llamar la atención de los paseantes es su makuñ (poncho). “La vestimenta del lonko proviene de una dinastía. Todo nuestro hacer refiere al kallfü wenu, el cielo”, define mientras sus conocidos lo saludan y rodean, igual que a Pigna hace un rato. Es momento de irme. Antes, me firma un ejemplar previo pago de diez pesos. “Ñi laminen Marieta meu poye”, escribe en la página 13. Pincén traduce: “Para mi hermana Marieta con cariño”.
“¿Me puede dar un teléfono en caso de tener que consultarlo?”, le pido. “Mejor, te dejo mi mail”, responde el lonko y anota: “Ulmen_pincen@yahoo.com.ar”. Cuando termina, ofrece posar para una foto. “No tengo cámara”, le aclaro. “Pensé que eso sacaba fotos”, dice señalando mi grabador. Luego me abraza fuerte durante un largo rato. Tanto, que me tengo que separar. Me da un beso y otra vez, la menta lo invade todo.


Marieta Montenero

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martes, 27 de noviembre de 2007

Bauer muestra 15 minutos de un documental “definitivo” sobre el Che

EFE - Huelva - 21/11/2007
FESTIVAL DE CINE IBEROAMERICANO DE HUELVA

El director cubano Tristán Bauer culminará a principios de 2008 doce años de investigación que han producido Ernesto Guevara, un documental “definitivo” sobre la vida de Che Guevara, que incluye imágenes inéditas o fragmentos del diario personal que escribió en Bolivia.

Bauer presentó ayer un avance de 15 minutos de un documental que espera que dure unos cien aproximadamente, y ha relatado que parte del material lo tenía custodiado el Ejercito boliviano, y cuando lo encontró lo llevó a su familia, que posteriormente entendió que se podría publicar.

“Me dijeron que nunca se había hecho un documental sobre el Che como ellos querían, a pesar de los muchos que se han realizado”, ha explicado el director, quien confía en alumbrar un trabajo que muestre un aspecto inédito de la personalidad del guerrillero.

El trabajo ofrece al espectador la oportunidad, por ejemplo, de conocer el pensamiento del Che en su propia caligrafía, así como verlo hablar en francés en una entrevista y conocer el entorno en el que vivió, entre otras cosas.

Bauer anunció en 2005 que estaba dispuesto a editar el material que había conseguido, y dos años después está a punto de terminar la edición.

“Creo que hay seres humanos que marcan a la humanidad, y sin duda el Che es uno de ellos”, ha dicho Bauer sobre su figura, y ha añadido que “sin duda nos ha marcado a nosotros como latinoamericanos”. Entre sus documentales más destacados se encuentran Cortázar (1994), Evita, la tumba sin paz (1997) y Los libros y la noche (2000)

www.elpais.com

www.youtube.com/Tristan Bauer

Florencia Salvador

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lunes, 26 de noviembre de 2007

Seis años sin el Beatle Místico


El próximo jueves se cumple el sexto aniversario del fallecimiento de George Harrison, reconocido mundialmente como guitarrista de The Beatles.

El músico y compositor británico murió el 29 de noviembre de 2001, a los 58 años, por un cáncer de pulmón que había hecho metástasis con el cerebro.

Durante la Beatlemanía, Harrison fue caracterizado como el "Beatle tranquilo", debido a su carácter introspectivo y su tendencia a un segundo plano en las conferencias de prensa. Sin embargo, sus compañeros y amigos aseguran que era muy hablador y dicharachero, contraponiéndose con la imagen que tenía la prensa.



George se unió al grupo británico animado por Paul McCartney, si bien los otros miembros de la banda lo veían con cierta desconfianza. Hacía finales de los ´60, Harrison era ya un guitarrista más fluido y creativo y, entrados los ´70 consiguió un sonido con su guitarra slide que se convertiría en su sello personal.

Su carrera tuvo un importante punto de inflexión en 1965, durante la gira americana, cuando conoció a Ravi Shankar, el músico indio más famoso, maestro del sitar. El joven Beatle quedó fascinado con su música y con la cultura india y después de terminar la gira de ese año, compró un sitar, convirtiéndose en el primer músico de la cultura pop en introducir el instrumento en un álbum de estudio, especialmente en la canción "Norwegian Wood (This Bird Has Flown)", del álbum Rubber Soul. Sin embargo, su admiración por la cultura hindú no se limitó a la música, a fines de los ´60 George se convirtió formalmente al hinduismo.

A medida que transcurría el tiempo, las composiciones de Harrison fueron haciéndose más notables, pasando de un segundo plano a competir con las composiciones de John Lennon y Paul McCartney. En sólo cinco años, entre 1965 y 1970, compuso temas como "Something" , " If I Needed Someone", "I Want to Tell You", "Think For Yourself", "Taxman", "Within You Without You", "Blue Jay Way", "Only a Northern Song", "Old Brown Shoe", "If I Needed Someone", "I Need You", "While My Guitar Gently Weeps" (con Eric Clapton en la guitarra), "Piggies", "Savoy Truffle", "The Inner Light", "Here Comes the Sun", "I Me Mine" y "For You Blue".

Sin embargo, los roces entre Harrison, Lennon y McCartney se hicieron cada vez más fuertes, intensificándose después de la muerte de Brian Epstein, mánager del grupo, y en especial desde las sesiones de grabación de The Beatles, ocasión en la que Harrison intentó dejar el grupo por primera vez. Los enfrentamientos no terminaron, entre 1967 y 1969 McCartney dijo públicamente en varias oportunidades que estaba insatisfecho con la forma de tocar de George, quien finalmente abandona el grupo el 10 de enero pero regresa el 22 después de dos reuniones de negocios.

Las relación de los Beatles fue más serena durante las sesiones de grabación de Abbey Road, en las que se incluyen las composiciones de Harrison "Here Comes The Sun" y “Something”, considerado uno de los mejores trabajos de The Beatles tanto por Elvis Presley como por Frank Sinatra.

Su creciente productividad artística en los últimos años de la banda pop británica le permitiría recopilar suficiente material para desarrollar una carrera musical como solista, bastante larga y exitosa.

Tras la disolución de The Beatles en 1970 publicó gran parte de este material en All Things Must Pass, el primer álbum triple de la historia musical, que alcanzó el puesto Nº 1 en las listas de éxitos británicas y estadounidenses. El disco incluía los singles de "Isn't It A Pity", "What Is Life" y "My Sweet Lord", canción que lo consagró como el primer Beatle en lograr en lograr el número uno en ventas como solista.

Pese a esto, Harrison fue demandado años después por violación de derechos de autor en "My Sweet Lord", donde supuestamente imita el single de The Chiffons "He's So Fine". Si bien el músico y compositor negó la acusación, perdió el juicio en 1976. Durante el mismo, la corte había aceptado la posibilidad de que Harrison hubiera "copiado subconscientemente" el éxito de The Chiffons como base a su propia canción. Las disputas por los derechos de autor continuaron en la década de los 90, con el antiguo mánager de The Beatles, Allen Klein, quien denunció a Harrison tras comprar Bright Tunes, la compañía que poseía los derechos de autor de "He's So Fine". Finalmente, Harrison acabaría poseyendo los derechos de ambos temas.

El Beatle místico fue el primer músico en organizar un concierto benéfico, el Concert for Bangladesh, que reunió a cerca de 40 mil personas en torno a dos espectáculos organizados en el Madison Square Garden de Nueva York, con el fin de recaudar fondos para paliar el hambre y la miseria de los refugiados en la antigua Pakistán del Este, hoy Bangladesh. Ravi Shankar abrió el concierto, que incluía a artistas de la envergadura de Eric Clapton, Bob Dylan, Jim Keltner, Billy Preston, Leon Russell, Ringo Starr y Klaus Voormann. No todo salió como lo habían programado, problemas con los impuestos y gastos cuestionables ensombrecieron la leyenda del concierto. No obstante, en octubre de 2005, Apple Corps reeditó el concierto en CD y DVD, destinando el dinero recaudado a UNICEF.

En 1980, George Harrison se convirtió en el primer Beatle en escribir una autobiografía, ayudado por el publicista del grupo, Derek Taylor. I Me Mine, título que recibió el libro, fue publicado inicialmente por Génesis Publications. Su semblanza cuenta algunas anécdotas de su etapa con los Beatles, pero esta centrada en los obvies del artista, que van desde la jardinería hasta el Fórmula Uno.
George no se limitó a su carrera como músico. También se desarrolló como productor cinematográfico, creando la compañía Handmade Films, después de que EMI Films rechazará el proyecto de La vida de Brian, de los Monty Python. Su productora finalmente financió ese proyecto junto a otras películas como Mona Lisa, Time Bandits, Shanghai Surprise y Withnail and I.

Sus últimos años fueron, con seguridad, los más dolorosos: en 1997 le diagnosticaron cáncer de garganta y desde entonces inició un largo tratamiento. Dos años después un enfermo mental llamado Michael Abraham, consiguió entrar en su casa y lo apuñaló repetidamente en el pecho, sin afectar órganos vitales. La tranquilidad no duró mucho tiempo ya que el cáncer reapareció en un pulmón que le extirparon y finalmente en 2001 le diagnosticaron una metástasis terminal.

Harrison no quería pasar sus últimos días en una clínica, volvió a su mansión de Hollywood, en Los Angeles, donde estuvo con su familia y trabajo en algunos proyectos que fueron posteriormente terminados por su viuda, Olivia Trinidad Arias y su hijo Dhani.



Fuentes:

Wikipedia/ George Harrison

Diario "El Mundo"/ George Harrison



My Sweet Lord


Gloria Ziegler

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domingo, 25 de noviembre de 2007

Un sitio contra la violencia mundial

Informe: Andrés Valenzuela.

A contramano de las cadenas de noticias estadounidenses, el portal de videos concientiza por los derechos humanos.

El gobierno estadounidense prohibió hace meses a sus soldados en territorios ocupados la actualización de sus blogs, fotologs y el acceso a sitios de videos on line como YouTube, del cual consiguió quitar todo registro de su actividad militar en Afganistán e Irak. Sin embargo, estas medidas no alcanzan para ocultar la violencia ejercida por sus tropas. Los activistas por los derechos humanos están aprovechando los recursos de la era digital, que la administración Bush pretende censurar, para continuar su batalla. Uno de esos medios es el naciente portal de videos The Hub (http://hub.witness.org/), montado por la ONG Witness (Testigo), del reconocido músico y ex integrante de Genesis, Peter Gabriel, con el respaldo de grandes organizaciones de derechos humanos como Amnesty International, Breakthrough y Human Rights Watch.


La organización Witness entrena desde hace trece años a militantes en setenta países, para usar filmadoras como herramienta política y de concientización sobre violaciones a los derechos humanos. Hasta hace poco, su tarea se limitaba a acercar los materiales y el conocimiento técnico. Ahora, con The Hub (literalmente, El Cubo, aunque en Internet se llaman hubs a los grupos de usuarios para intercambio de material) también facilitará su difusión. Por el momento el portal es una versión beta: su diseño aún no está terminado y quedan errores de programación por corregir, pero funciona con bastante solidez y ya cuenta con interfases en español, inglés y francés, aunque no está totalmente traducida.

En la página pueden encontrarse videos y documentales de discriminación, apremios a la prensa, crímenes de guerra, derechos de la mujer y explotación laboral infantil, entre otras informaciones. El estilo es tan dispar como los temas: hay entrevistas directas a víctimas de tortura, filmaciones de disparos contra la población civil en Irak, destrucciones de hogares y humillaciones a palestinos, audios sobre los juicios a los represores argentinos (subidos por la Comisión de Derechos Humanos de la provincia de Corrientes), documentales sobre hambrunas y desarraigo en Africa, y escenas de las recientes represiones en Birmania.

Justamente el conflicto interno de ese país se lleva en este momento buena parte de la atención del sitio. Es que la crisis política y humanitaria en Birmania puso en primer plano a los medios alternativos que surgen con la potencia de Internet y las nuevas tecnologías. En plena represión a monjes y opositores en ese estado del sudeste asiático, las grandes cadenas periodísticas tenían vedado el ingreso al país, y la prensa internacional sólo pudo acceder a las imágenes del conflicto gracias al aporte de fotografías y videos tomados por organizaciones de la sociedad civil birmana. Como en el caso de las fotografías de los campos de concentración alemanes en la Segunda Guerra Mundial, otra vez la imagen fue un elemento fundamental para que la opinión pública tomara conciencia de la dimensión del desastre.

Desde esta perspectiva y con la firme creencia de que con la popularización de las herramientas audiovisuales, hoy encarnadas en las cámaras digitales baratas, los teléfonos celulares con filmadora incorporada y el software multimedia para las computadoras hogareñas, es posible la masificación de los videoactivistas, The Hub se propone como una plataforma independiente para llamar la atención sobre problemas en distintas regiones del mapa y convocar a la acción. Por eso la interfase no se limita a poder subir videos y mandar mensajes a otros usuarios, sino que incluye “pestañas” con otros recursos que pueden complementar o ampliar la información, y acciones concretas u ONG que enfrentan el problema. “Ya lo viste, ahora actuá”, es el lema de The Hub, en la misma línea que el de la organización que lo creó: “See it, film it, change it” (“Observalo, filmalo, cambialo”).

En definitiva, el portal es un medio a contramano del mundo: donde los Estados pretenden ocultar violaciones a los derechos humanos con la ayuda de las grandes cadenas de noticias (las actuaciones de las norteamericanas CNN y Fox News en los conflictos de Medio Oriente son emblemáticas de ese accionar), The Hub se esfuerza por exponerlas. Y allí donde se llora por la falta de compromiso cívico, intenta inspirarlo. Witness (y por extensión, The Hub) es el resultado de las giras de Peter Gabriel junto a Amnistía Internacional. Según cuenta el artista en el prólogo del manual para videoactivistas de la organización, durante esos recitales tomó conciencia de la importancia del material audiovisual para evitar que las violaciones a los derechos humanos permanecieran impunes. La conclusión de ese prólogo es, a la vez, una declaración de principios de todo el trabajo de Witness: “Con cámaras en las manos de militantes y la significativa distribución de esas imágenes, seremos testigos de lo que en verdad sucede en el mundo y querremos cambiarlo”, escribe Gabriel.


Pagina 12/The Hub

Gloria Ziegler

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miércoles, 21 de noviembre de 2007

Voces críticas en la televisión cubana

Un programa permite el debate como vía para salvar la revolución
MAURICIO VICENT - LA Habana - 21/11/2007


Lentamente, algo empieza a cambiar en Cuba. Si es obvio que las voces críticas son cada vez más y suenan más claras dentro de la isla, la protesta intelectual que a comienzos de año sacudió el mundo de la cultura parece haber servido de revulsivo, y sigue abriendo pequeñas puertas. El lunes, la televisión estatal emitió un programa en el que varios intelectuales -que participaron en la denominada guerra de los e-mails- criticaron la falta de espacios de debate y la etapa turbulenta del quinquenio gris, que durante décadas cercenó cualquier posibilidad de disensión en Cuba.


Todo fue medido, sin exabruptos ni denuncias hirientes. Pero que en la televisión cubana se hable abiertamente de la censura que se ejerció, se mencione por su nombre la etapa conocida como el quinquenio gris y se recuerden las consecuencias funestas que tuvo aquel periodo de intolerancia para la cultura cubana es más que simbólico. También lo es que más o menos abiertamente se reclame la apertura de espacios de debate y participación real si se pretende "salvar la revolución".

En el programa Diálogo abierto, emitido por el canal educativo, participaron Alfredo Guevara, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano; Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas; Desiderio Navarro, director de la revista Criterios y uno de los iniciadores de la guerra de los e-mails, y el escritor Eduardo Heras León, represaliado durante el quinquenio gris. También fue entrevistado el ensayista y sociólogo Fernando Martínez Heredia, entre otros. Todos hablaron desde dentro del sistema, con un discurso nada rupturista pero inédito en televisión, núcleo duro de la ideología y la propaganda. En la polémica intelectual del pasado mes de enero, una de las principales dianas fue el Instituto Cubano de Radio y Televisión, debido a la indignación que provocó la rehabilitación pública en televisión de varios ex funcionarios vinculados a la etapa más negra de la cultura cubana.

Heras León, que sufrió en carne propia la censura y la marginación, habló de la necesidad de recuperar la memoria sobre aquellos años "tristes" para que no se repita la experiencia. En Cuba, dijo, ya existe una "cultura de la resistencia" y una "cultura de la solidaridad", pero hace falta una "cultura del debate". Martínez Heredia tocó un punto caliente: el debate (y no se refería sólo al intelectual) es "estéril" si se encapsula y no llega a los medios de comunicación, como ha ocurrido hasta ahora. Para Alfredo Guevara, en los momentos cruciales que vive Cuba flaco favor se le hace a la revolución si no se alienta el pensamiento e intercambio de ideas críticas como forma de repensar el modelo socialista cubano.

El programa Diálogo abierto, e incluso la guerra de los e-mails es, sobre todo, un símbolo de los nuevos tiempos imparables.




ElPais.com


Florencia Salvador.

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martes, 20 de noviembre de 2007

Sobreviviendo al personaje

Los motoqueros esperan impacientes en la puerta del canal. Llevan y traen papeles y tapes que necesitan de las firmas autorizadas para seguir con sus recorridos establecidos. De a poco forman una fila. Sus uniformes indican diferentes empresas de mensajería. Los firmantes se acercan a paso lento, estampan un garabato en las planillas y regresan a sus puestos. Eso basta para que, algunos de los inquietos trabajadores continúen con su itinerario. Todo indicaría que ellos fueron afortunados. Sin embargo, para los que todavía esperan, falta lo mejor. Es martes y el reloj marca las 17.15. De América TV, en Fitz Roy 1650, Palermo, se retira la vedette Cinthia Fernández, la última eliminada del programa Gran Hermano. Célebre por acusar al humorista Tristán de golpearla. Su pantalón blanco, ajustado al punto que dificultaría la respiración de cualquier ser mundano, sirve de consuelo a los muchachos que ahora se encolumnan para saludarla y expresar su amor eterno. La joven les sonríe, sube a un auto y se marcha. Ahora es el momento de Luis Ventura, el co-conductor de Intrusos en el espectáculo www.america2.com.ar, complemento del reality. Sale, pero a ninguno parece importarle y vuelven a esperar.



Abre las puertas del estudio y avanza hacia la calle. Tiene el rostro serio, duro. Es curioso pues hace minutos, en la trasmisión en vivo de Intrusos lucía un impecable traje. Ahora, viste elegante sport. Una imponente campera de cuero negro cubre buena parte de su cuerpo. Su intimidante contextura lo obliga a bajar la vista para encontrarme y sugerirme que vayamos a hacer la nota al “kioskito de al lado”. Acepto. Previo saludo al personal de seguridad, tira de la enorme puerta de vidrio, avanza y la suelta. Tengo que volver a abrirla para seguirle los pasos.
Toma asiento en una de las incómodas sillas del local. Intenta lograr una posición confortable pero es imposible. “Disculpá pero es mi desayuno y almuerzo”, se justifica mientras espera una tarta. Apoya una revista y un par de celulares, que durante el transcurso de la entrevista sonaran sin cesar, sobre una de las mínimas mesas del local, también minúsculo. Se levanta, se acerca a una heladera, elige una bebida. Cuando parece que el contexto está bajo control, se sienta dispuesto a prestar su tiempo. Sin embargo, sus ojos demuestran lo contrario. Van y vienen. Vigilan mi espalda y sus laterales.
Primero su elevadísimo tono de voz, al punto que me tienta recordarle que estoy frente a él y lo puedo escuchar bien, y luego, los desagradables restos de verdura de la tarta que mastica sin interrumpir su parlamento, retiran mi atención de su mirada cuasi paranoica. De pronto reflexiona: “Esto me engorda porque no es buena comida. Tengo malos horarios. ¿Qué voy a hacer? Laburo mucho. Tengo el programa, escribo acá (una columna de opinión en la revista Paparazzi wwww.paparazzirevista.com.ar que dirige), y para el exterior. Hago dos páginas todos los fines de semana para el diario El País de Uruguay wwww.elpais.com.uy y para sitios de Internet de Chile y Colombia”.
Junto con el conductor, Jorge Rial, Ventura es uno de los íconos del periodismo del espectáculo. Paralelamente, poco se sabe de su vida privada. Quizá algunos conozcan su fanatismo por el club de sus amores, Lanús. Pero pocos saben de su origen brasilero. “Soy el único de la familia que nació en San Pablo. Mi papá fue a jugar al fútbol y terminó siendo periodista. Mi mamá fue como bailarina y terminó ama de casa, esposa y madre”, sintetiza.
Para no esquivar la tradición familiar, Ventura estudió cinco años de Ingeniería. Cambió por periodismo deportivo y terminó chimentero. “Hice una carrera invertida. Ingeniería era para la familia porque imaginaban que lo mejor para mí era tener un título. Además, empecé la carrera por amistad. Mi mejor amigo la había seguido y, para no traicionarlo espiritualmente, lo seguí. Encima yo era bueno en física y matemática. Pero no me di cuenta que mi vocación era otra”, confiesa entre bocado y bocado de lo que fue una tarta. Sigue: “Nunca tuve en cuenta el periodismo. El oficio comenzó conmigo, formaba parte de mí. A los dos meses de haber nacido mi viejo me llevó a la redacción del diario Crónica donde trabajaba. Estaba dentro del arte, cuando el diseño tenía criterio periodístico –continúa- Ingeniería se me complicó a medida que fui avanzando. Para dar una materia pasaba seis meses encerrado estudiando. No comía y me enfermaba. Me di cuenta que eso no era para mí. Cuando me ofrecieron cubrir el Mundial de Buenos Aires me decidí. Se va a la mierda Ingeniería”, detalla Ventura que para ese entonces, 1978, trabajaba en la revista Goles. “Ganaba buena guita”, apunta.
Su mirada parece, de a poco, involucrarse en la conversación. Se serena al hablar de su barrio, donde jura se puede hallar al Ventura real, “al Luisito que Doña Tota de 80 años vio crecer”. Advierte rotundo: “Yo soy Lanús. Lanús es Ventura. Me mudé varias veces a distintos barrios porteños pero en todos había un momento del día donde me angustiaba y me tomaba un taxi o un colectivo para volver y respirar 10 minutos de Lanús. Hasta que frené y me pregunté para qué hacía todo eso”. Sin importarle la opinión de su pareja, Stella Maris, madre de sus hijos Facundo (20) y Nahuel (17), y ex secretaria de Roberto Galán, se instaló para siempre en el sur bonaerense.
En Lanús, si no fuera por su par de costillas fisuradas y la consiguiente rehabilitación, sus fines de semana consisten en jugar a la pelota todos los sábados a la tarde en cancha de 11 y los domingos a la mañana, papi. “El fútbol es mi cable a tierra pero cada vez estoy más irracional. Me volví un viejo cascarrabias”, se sincera.
Un pasado deportivo, que incluyó jugar en las inferiores del “Granate”, un paso por Victoriano Arenas, una pretemporada con Huracán y la oportunidad de formar parte de The Strongest, en Bolivia, convalidan sus conocimientos de vestuarios. Con esto y las coberturas de los partidos de Argentinos Juniors cuando surgía Diego Maradona, se inspiró y escribió la novela Diego Miserias, cuyo final redactará recién cuando se jubile. “Diego, por el emblemático de la villa. El futbolista que llega a crack, que sale de una cuna muy humilde y que se lleva por delante la fama, la guita y los millones. Y Miserias porque hacía un doble juego con el apellido: la realidad de ese personaje, miserable en su infancia y cuando fue grande, desde otro lugar, no ya desde lo económico”, explica y subraya por si quedan dudas: “La obra la tengo clarísima”.
Ventura revela que, por estos días, le llueven propuestas para escribir. Aunque le ofrecen muy buenos contratos y muy buena plata para que descubra la otra cara de la verdad sobre política, fútbol y espectáculos, no tiene tiempo suficiente para aceptar. Lo que afirma es literal al punto que, entre llamado y llamado de alguno de sus teléfonos, apenas tiene oportunidad de respirar y empezar con su segundo plato: un sándwich de tomate y jamón, como descubre su boca.
Según asegura, el Ventura de la televisión es un personaje, distinto al que está frente a mí, que saluda a sus conocidos y se hace tiempo para atender a un representante de teatro independiente que le pide que lo nombre en Intrusos. Retoma la conversación: “De un noticiero o periodístico quiero que el tipo que esté del otro lado me diga las cosas de frente. Pero dan vueltas, insinúan. Amagan, amagan y nunca tiran. Porque no son periodistas. Tienen miedo a las consecuencias. Todo eso me fue dando un costadito para convertirme en uno de los más lanzados. Así, logré un lugar en la pantalla. Pero me pasó y me pasa de dar información inexacta. Me cuesta salir a rectificarme pero si tengo que hacerlo, lo hago”.
La ética profesional pareciera justificar el hecho que del material que recibe, Ventura sólo hace público el 30 por ciento. Sin embargo, la causa es otra: no vende.
“Para mí, no hay límites. Rial sabe, antes de empezar cada programa, lo que yo calzo. Si quiere que lo desarrolle o no es un tema de él. Pero ‘Pata’ Villanueva no puede decir: ‘no se metan en mi vida privada’, cuando ella nos abrió las puertas de su casa. Para hacer periodismo no necesito que me den notas. La nota siempre está. Hagan o no una declaración. Si no me quieren dar una entrevista, no tendré su testimonio pero sí tengo su historia. Digo y hago explícito lo que siento ¿El otro? Me cago en el otro”, concluye tajante mientras deglute el último bocado.



Marieta Montenero

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domingo, 18 de noviembre de 2007

World Press Photo 07

Finalizó la muestra itinerante del concurso anual de fotoperiodismo en Buenos Aires.
La exposición, auspiciada por la embajada Real de los Países Bajos, contenía aproximadamente unas 200 fotografías premiadas en la primera competencia anual internacional de fotografía de prensa. Se exhibió en 90 ciudades del mundo, y la visitaron más de dos millones de personas.
La presentación, como todos los años, estuvo a cargo de la organización independiente World Press Photo, fundada en Holanda en 1955 con el objetivo de apoyar y promover el trabajo de los fotógrafos de prensa profesionales.
La muestra se pudo visitar de lunes a domingo, desde las 12 hasta las 21 hs en el Centro Cultural Borges, ubicado en Viamonte y San Martín, en Capital Federal. El valor general de la entrada fue de $12 y $8 para jubilados y estudiantes.

Ganadores World Press Photo 07

World Press Photo 07/ Centro Cultural Borges

Organización Independiente World Press Photo

Gloria Ziegler

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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Conmovedora muestra sobre los judíos argentinos

Por: Nora Vera
Fuente: LONDRES. ENVIADA ESPECIAL

Impacta ingresar a la luminosa galería de la University College London y ver colgada una camiseta de la Selección argentina de fútbol con el nombre, no de Messi, sino de Alejandra Pizarnik. La imagen en cierta forma da cuenta del espíritu de la muestra Vida Judía en la Argentina, que se exhibe desde ayer en esta prestigiosa universidad londinense, histórica por ser la primera laica de Gran Bretaña.

Organizada por la Embajada argentina en Londres y la AMIA, la exhibición es un recorrido por el peculiar desarrollo de la comunidad judía en Argentina (la séptima en el mundo en orden de importancia; la principal en el mundo de habla hispana), desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Son 30 paneles en los que, a través de fotos antiguas y modernas, se desarrolla la contribución de este grupo inmigratorio a la sociedad argentina.

Así, los visitantes se enteran, por ejemplo, de que los judíos fundaron en Argentina la primera cooperativa de Sudamérica (en 1900, en la colonia Novibuco), que en 1889 llegó un barco al puerto de Buenos Aires con 820 judíos que escapaban del zarismo ruso y se convirtieron en los primeros gauchos judíos; que hubo un "Gardel judío" que cantaba tango en idish o que, Moisés Ville, la primera colonia judía en Argentina, fue fundada con aportes de un filántropo asentado en Inglaterra, el barón Hirsch.



La inserción laboral, la contribución a la educación, la participación en la vida obrera, la desaparición de 1.900 judíos en la última dictadura militar, la impronta de los judíos argentinos en los ámbitos del cine, la televisión y el humor, desde Max Glücksman (pionero de la cinematografía argentina) hasta el músico Alejandro Lerner, pasando por Tato Bores. Nada ni nadie faltan en esta muestra de 145 años de vida judía en Argentina.

"Contar la historia judía desde sus inicios hasta la reconstrucción de la AMIA significa que el terror no nos pudo vencer", dijo a Clarín Luis Grynwald, presidente de AMIA. Alejandro Grossman, subsecretario de Culto de la Cancillería, manifestó que "esta exhibición pretende mostrar al mundo la positiva experiencia de convivencia en la Argentina de las comunidades, sin perder ninguna su singularidad". El embajador argentino en Londres, Federico Mirré, señaló que "de alguna forma esta exposición despeja la no poco frecuente sospecha de que los argentinos en algún momento no simpatizamos con los judíos. Se ve, por ejemplo, que hubo judíos en los gabinetes de los gobiernos, aun con Perón".

Anita Weinstein, socióloga y directora del Centro de Documentación e Información sobre Judaísmo Argentino de AMIA, y Elio Kapszuk, director del espacio de Arte de AMIA, son los curadores de la muestra. Para crearla tomaron en cuenta quiénes la iban a recibir. "Era un desafío mostrar la convivencia y la diversidad argentinas en un ámbito universitario en Londres", cuenta Kapszuk. Resolvieron el tema agregando al recorrido histórico-cultural de los paneles dos instalaciones con dos componentes significativos para argentinos y británicos: el terror y el fútbol.

El primer sentimiento cala hondo en la instalación Lágrimas Compartidas, en la que en 65 bolsas plásticas que contienen agua aparecen los nombres de las víctimas de los atentados de Buenos Aires y Londres: los 85 muertos en la AMIA el 18 de julio del 94 y los 52 muertos por las 3 bombas en el transporte público de Londres el 7 de julio de 2005. En esta creación del grupo artístico Escombros hay también bolsas sin nombres, para que los visitantes "escriban su dolor", dice el curador.

La instalación futbolera consiste en 15 camisetas albicelestes en las que se leen los nombres de "los judíos que transpiraron la camiseta argentina", revela Kapszuk. El periodista Jacobo Timerman, el Premio Nobel de Medicina César Milstein, la madre de Plaza de Mayo René Epelbaum, y la conductora y directora Blackie son algunos de los integrantes de esta selección.

Esta exhibición es la primera de varias actividades culturales en torno a la vida judía que se harán en Londres hasta el próximo 26. La idea es que los londineses se percaten de que, a 11 mil kilómetros de distancia, en el lejano Sur, la comunidad judía es tan grande como la britanica y que forma parte de la identidad argentina.



www.clarin.com/Muestra en Londres sobre los judíos argentinos

Gloria Ziegler.

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martes, 13 de noviembre de 2007

Radiografía latinoamericana


Un dictador. Fueron tantos y serán tantos todavía, en este hemisferio, que el nombre será lo de menos…”

Seguramente por eso Alejo Carpentier en su libro El Recurso del Método no menciona el nombre del protagonista en ningún momento, a lo largo del relato. Porque no se trata del reflejo de un tirano, sino del de todos aquellos que durante años y años, impusieron su voluntad en algún lugar del mundo.

El Primer Magistrado, como es llamado el protagonista, gobierna un país que no es precisado, pero pueden descubrirse descripciones de distintos países americanos tales como Cuba, Venezuela, Colombia y Argentina, entre otros.


Esta historia se desarrolla en los primeros años del Siglo XX y parte de la obra esta relacionada con la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el autor juega con el tiempo histórico haciendo viajar al personaje a su antojo, sin seguir una cronología verídica.

Carpentier presenta a un tirano en decadencia desde el inicio de la obra. Enseña una serie de levantamientos militares que buscaran derrocarlo y sectores opositores, ajenos al ejercito, que también intentaran disputarle la gobernación.

En medio de esas peleas por el poderío se perfila al personaje, mostrando sus facetas de déspota afrancesado, alcohólico, e inclusive asesino, mediante la descripción de una feroz matanza encargada por él.

Las traiciones no faltaran en la historia y una serie de atentados, que buscan terminar con la vida del Primer Magistrado, sorprenderán al lector que logre descubrir al responsable.

Esta novela de Alejo Carpentier, quien ganó el premio Cervantes en 1977, es de un estilo muy barroco. Las oraciones largas en ocasiones dificultan la lectura pero, por otro lado, la ironía y el humor compensan el obstáculo.

En sus páginas está presente el concepto de “lo real maravilloso” que dio origen a la corriente literaria conocida como realismo mágico seguida por escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez.

El autor cubano fallecido en 1980 es reconocido en el mundo por obras como El Siglo de las Luces, El Reino de esté Mundo y Los Pasos Perdidos, entre otros trabajos.
El Recurso con seguridad lo marcó profundamente, pero también a todos los latinoamericanos que sufrieron durante años feroces dictaduras.

El Estudiante, uno de los personajes opositores del dictador, representa la historia de su propia resistencia y la de todo el pueblo latinoamericano: “Cae uno aquí, se levanta otro allá. Y hace cien años que se repite el espectáculo. Hasta que el público se canse de ver lo mismo. Hay que esperarlo…”.



Cuba Literaria/ Alejo Carpentier

Gloria Ziegler.

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lunes, 12 de noviembre de 2007

China Zorrilla: "Quiero volver a escribir en un diario"


Con 84 años, llena de historias y anécdotas, China Zorrilla habla sin pelos en la lengua, desde su sillón al que llama trono y junto a su perra Yorkshire confiesa que quiere volver a escribir para un diario, critica al Gobierno argentino, recuerda su vida en Europa y a sus amigos de siempre.

La salud mental lo es todo

“Si una persona tiene muchos años como yo, debe saber que en el camino se le van a morir las personas que más quiere. A mi me gustan todas las cosas buenas de la vida. Cuando me muera no quiero nubes, no quiero ángeles, solamente quiero que sea igual que en la vida”




¿Qué son las cosas malas?
La envidia, los que se mueren de hambre, la indiferencia al prójimo, el poco amor hacia el otro, la injusticia social. En un país donde hay gente que come todos los días y otros que se mueren por no comer. Yo sufro mucho con ver a los chicos en la calle, me da mucha bronca.



¿Qué seria lo primero que mejorarías para cambiar lo que no te gusta?
Yo estoy muy harta de esas malditas papeleras. En las cárceles de Finlandia se hacen visitas guiadas porque nadie esta preso, están todas vacías. Podes encontrar algún borracho que ha roto una vidriera. Ellos no tienen nada que mostrarle al mundo, ni Shakespeare, ni Beethoven, pero tienen esa obsesión número uno en el mundo que es la seguridad. Cambiaría que no cambie el gobernante, estoy muy orgullosa de su gobierno. El ya sabe que en su país hay gente que se muere de hambre y gente que le sobra la plata. Al que no le gusta la plata que la regale y al que no le gusta el país que se vaya. El cantautor y pensador Facundo Cabral, tiene una canción que dice que seria muy lindo que los billetes tengan fecha de vencimiento así, uno podría decir: “hoy invito a comer a todo el mundo porque se me vence un Bill (Clinton). Es una idea genial que no se acumule la plata. Yo lo llame para felicitarlo.



¿Qué político te gusta más?
En realidad no me gusta la política, nunca me pongo ninguna camiseta políticamente aunque soy hincha de Boca. Soy una persona de izquierda y tengo mi propia ideología: ama al prójimo como a ti mismo y echemos a los mercaderes del templo. Con todas las cosas malas que pasan en el Río de la Plata, yo le mando cartas al presidente y le digo que excomulgue a todos los que venden armas y a los que fabricantes de armas que van a la Iglesia. Es un contrasentido disparatado, y en Argentina que es un país en democracia, se supone que todos deben comer y trabajar. Los jubilados no pueden vivir con un peso por año. Queda tanto por decir, pero no quiero parecer una vieja loca revolucionaria.



Hiciste muchas cosas por los demás ¿En que momento de tu vida fuiste enfermera?
En el año 1945, era enfermera voluntaria. Y empecé sin saber hacer nada, y una vez un médico me dijo que yo era quien curaba a los enfermos, estaba en la sala de neurocirugía. A los enfermos que tenían familia en el interior les escribía cartas que ellos mismos me dictaban. Pero un día descubrí que en el sótano había una enorme sala con bañeras que parecían piletas, ahí los bañaba. Mientras que a un enfermo que está internado le hacen una higiene mínima de mañana, yo había conseguido darles esa satisfacción. Una fábrica me daba jabones y shampoo. No es que estuvieran sucios, es que eran los mimos los que sanaban y para eso nunca hay tiempo en un hospital. Las enfermeras estaban para lo que estaban y yo estaba ahí para ayudarlas. Es un mundo maravilloso. Después conseguí una beca y me fui a vivir a Londres, todo bombardeado por la post guerra.




¿Cómo pasaste de vivir en Londres a escribir para el diario El País de Montevideo?
Todo empezó de ese lugar tan lindo que es Montevideo y tiene su encanto. Antes de que muera mamá, yo publiqué una carta muy linda, desde París, pero el dueño del diario me llamó para decirme que dejara de escribir notas que digan: “Para mamá y papá”, “Escribí para el diario no para tu familia”.
A los pocos días empezaron a salir notas mías firmadas por Concepción Zorrilla. Un día me enteré que había un festival de cine en Cannes. José Antonio Mendía, un amigo argentino que vivía en París y era periodista, me dijo que me haga invitar al festival. “Mandá una nota diciendo que sos periodista”. La mandé y me citaron. Lo más gracioso fue cuando llegue, había unas cajas que decían: Le Figaro de París: Messieur Marcel Philip, The New York Times: Jhon Stuart, El País de Montevideo: Concepción Zorrilla.



¿Volviste a leer tus notas publicadas?
Hace poco un amigo uruguayo, Voltaire Barboni, me llamo y me dijo que tenia una copia de una de mis notas, la numero 27. Cuando la leí me encanto y no podía creer que yo haya escrito eso.



¿Todavía escribís?
Ahora sólo escribo cartas pero desde que releí ese artículo, me dan ganas de hacerlo. Hay muchas cosas para decir de la Argentina. Pero no puedo escribir con mi nombre porque ya estoy metida en el baile.



¿Alguna vez intentaste escribir en un diario argentino?
Una vez llame a (Bartolomé) Mitre y le comente de mi idea de escribir en una columna y llamarla: Los dientes del perro. Es un cuento de Tolstoi. La historia cuenta que un día paseaban los alumnos con el profesor por un prado, hasta que uno de los chicos empieza a sentir un olor muy feo. Mientras trataban de encontrar de dónde provenía el olor, un chico encuentra un perro muerto. Llevaba días ahí, tenía las tripas afuera y hormigas que le caminaban por la órbita del ojo. Cuando el profesor se acercó, dijo: “Que lindos dientes que tenía”. Ésta historia es mi filosofía de vida. En lo peor, siempre se puede encontrar algo bueno. Lo que yo le dije a Bartolo, fue que yo quería escribir sobre las cosas lindas que pasan y de las que nadie habla.



¿Qué te contesto Mitre?
“Cuando quieras”. Lo primero que yo quería contar era la historia de un policía y unos presos en un pueblito del interior. Resulta que había un policía estudiando en la comisaría y los presos desde la celda lo molestaban, él les pedía que se callaran, entonces uno de ellos le dijo que estaban aburridos y querían que el policía les enseñara algo de lo que estaba estudiando. Cuando él les preguntó sobre qué querían aprender, ellos le contestaron: “primero queremos saber leer y escribir”. Yo me enteré por el noticiero, el policía pedía lápices y papeles para enseñarles. Quería ir pero quedaba lejos, así que le iba a mandar las cosas pero después me olvide, porque ya estoy vieja.



¿Qué es lo que más te importa hoy en día?
La amistad. La sinceridad. Uno de mis amigos es Bernardo Neustadt, él me regaló a Flor, mi perrita. Con él tengo una relación muy especial porque nunca nos ponemos de a cuerdo con nada, pero nos amamos. En un tiempo yo hacía una obra que se llamaba: Victoria y Eva. Eran dos figuras muy opuestas. Algunos estaban de a cuerdo con una de ellas -Ocampo, símbolo de la oligarquía argentina- y otros con la otra –Perón, una luchadora social-. Los grupos se juntan con los que piensan igual –los de Boca van a las peñas que ellos mismos arman y los Kirchneristas van a los actos del presidente- a mi me encanta estar con los que no piensan como yo. Bernardo es un periodista fantástico y yo lo quiero mucho.



¿Extrañas a Ana María Campoy?
Tengo anécdotas inolvidables con ella. Siempre que estábamos juntas y hablábamos con alguien, ella se tapaba la boca y de costado, murmurando me decía: “No es normal”. Eso me daba mucha risa. La iba a ver todos los días por lo menos diez minutos a la obra de teatro que hacía, para mi era una gran profesional y una muy buena amiga.


Recuadro:
Carta de Néstor Kirchner a China Zorrilla:
En un día tan especial no quería dejar decirte y dejar de hacerle llegar mi más sincero reconocimiento y admiración por una trayectoria dedicada a reafirmar los valores de nuestra cultura rioplatense. Mi querida China por su calidad artística, pero sobre todo por su calidad humana usted es un ejemplo de vida para seguir trabajando por un mundo mejor, con más solidaridad y más justicia. Feliz cumpleaños, un abrazo pingüino.

"No existe cosa más perfecta que ésta carta. ", dice la China.


Florencia Salvador.

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jueves, 8 de noviembre de 2007

¿Arte, deporte o sólo entretenimiento?

El martes en CQC pasaron un informe sobre la adicción a los videojuegos y aquí para seguir instalando la polémica pueden leer un artículo que he escrito hace un tiempo donde dejo abierto a cada uno sí son ¿Arte, deporte o sólo entretenimiento?

A partir de 2004, la industria de los videojuegos superó a la del cine, quedando segunda detrás de la industria de la música. En Argentina hay por lo menos 33 empresas con pequeños emprendimientos, muy artesanales, que están desarrollando juegos tanto para PC como para celulares o páginas web. La influencia que tienen del cine es evidente –sobre todo en lo que se llama Animatic o Cinematix-, pero los videojuegos tienen códigos muy particulares, ya que el usuario se relaciona y puede interactuar con ellos.



Los videojuegos ya no pueden ser considerados solamente un elemento lúdico. Quienes lo desarrollan consideran que van camino a considerarse en una obra de arte. A medida que evolucione la tecnología y puedan crearse de una manera más económica habrá una tendencia a realizarlos en forma independiente sin pensar en el aspecto rentable, sino sólo en el artístico. Sin embargo, por ahora se necesita de muchísima inversión monetaria para crearlos. Tienen presupuestos parecidos a las super producciones de Hollywood.
Pablo Mereu -es especialista en juegos de computadora y trabajó para varias productoras donde desarrolló varios juegos para PC- dice que a la hora de crear un juego no suelen tener en cuenta los estudios realizados sobre los comportamientos de los jugadores, porque no hay datos empíricos de las posibles consecuencias de la exposición a este tipo de actividad. Por eso comenta: “No es problema de los juegos sino de la sociedad. Nadie piensa que está mal ver películas y hay gente que mira una película todos los días, o sea dos horas. Cuando uno juega hace su propia película, la maneja como quiere. Es algo interactivo, para nada pasivo como ver tele”.
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Asimismo, muchas de las personas que con el hábito de jugar sienten que tienen una segunda vida: la virtual. La psicóloga Musso tiene la teoría de que los chicos con problemas de personalidad se hacen un lugar a través de los juegos, ya que on line va conociendo a otras personas. Pero agrega: “Por supuesto que hay excepciones. Hay mucha gente que juega sola, encerrada en su cuarto y está horas o días incomunicada de cualquier otra persona”.

Violencia y sexo en los juegos
Con frecuencia se responsabiliza a los videojuegos de producir cambios en el carácter de sus jugadores, convirtiéndolos en sujetos aislados, introvertidos y desinteresados por todo aquello que ocurre a su alrededor. Ya en 1986 se presentó un sugestivo artículo “Videojuegos y Psicopatología”. Los autores, Mcloure y mears, intentaron encontrar las consecuencias derivadas de la práctica excesiva, y llegaron a la conclusión de que no implicaba trastornos psicopatológicos objetivamente observables. Pero sí han establecido que los jugadores presentan entre sus comportamientos habituales conductas más agresivas que los no jugadores. No obstante, es imposible determinar si los sujetos agresivos tienen mayor preferencia por los videojuegos, o bien son los videojuegos quienes determinan una pauta de conducta de estas características.
Pablo Mereu dice que todavía hay personas que piensan que el juego virtual es más violento que ver una película, porque es uno el que mata. “Son violentos pero no provocan violencia. Depende de la educación y de la familia que el chico logre diferenciar entre el mundo virtual y la realidad”. Además, aclara que la inclusión del sexo es consecuencia de que creció la generación que jugaba y las edades de los aficionados son mayores. Al igual que las películas, tienen un sello de protección al menor. Los que incluyen violencia y sexo son prohibidos para mayores de 18.
Adrián, un jugador frecuente, comenta: “Desde que uno es chico juega con armas o con los soldaditos, es una necesidad. Igual no creo que ahora sean más violentos que antes: Mario BROS (legendario juego de la Nintendo) pisaba lechuzas y mataba personas. Ahora es lo mismo, pero más realista.
Hay pocas investigaciones que hayan contemplado la posibilidad de efectos físicos. Un de los pocos trabajos que ha considerado esta variable es el de Bonnafont (1992), que ha establecido cómo el uso exagerado de videojuegos puede supone la aparición de algunos efectos adversos como cefaleas, fatigas física y visual. El autor reconoce incluso la posibilidad de que se pudiera dar alguna forma de obsesión ante este entretenimiento, o arte como le dicen los desarrolladores.

Torneos ciberatletas
Para los campeonatos se forma un clan de 10 chicos –cinco juegan los otros cinco son suplentes- y hasta tienen un director técnico. En Europa pueden llegar a cobrar más de tres mil euros por mes. En Argentina también hay varios chicos que cobran por jugar. Estos torneos están auspiciados por desarrolladores de micros procesadores, y en estos momentos hay en todo el mundo grandes organizaciones que manejan a estos equipos –de los ciberatletas- como si se tratase de un equipo de fútbol.
Quienes participan consideran que lo que hacen es un trabajo y a su vez un deporte, y en su defensa ponen el ejemplo del ajedrez considerado un deporte por su actividad mental si que requiera algún tipo de habilidad o destreza física. Con los videojuegos dicen que pasa lo mismo y que tarde o temprano lo van a tener que considerar.




Gabriela Levite

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miércoles, 7 de noviembre de 2007

Dos textos. Dos escritores. Un mismo tema:El reconocimiento de los artistas

La moda y la habilidad, a veces, no van juntas. Eso parecen querer decir el escritor y creador del Nuevo Periodismo Tom Wolfe en “El artista invisible” y el crítico de arte y literato, Robert Hughes en “Réquiem por un peso pluma”.
Wolfe relata la historia de Frederick Hart -un importante escultor del siglo XX- quien no fue reconocido en vida por el mundo artístico. A fines del siglo XX la moda era el arte contemporáneo donde predominaba el arte abstracto y, entonces, las esculturas de Hart -consideradas clásicas- eran vistas como anticuadas. A pesar que Hart realizó muchas obras importantes, ganó concursos y hasta inventó un método de esculturas con resina que lo hizo millonario nunca las revistas de arte publicaron de él o reconocieron su talento. Tom Wolfe termina el ensayo con la teoría que Hart no sería el primer artista importante que murió diez minutos antes que la historia lo absolviera y demostrara que estaba en lo cierto.
Por su parte, Robert Hughes narra la historia del artista callejero Jean-Michel Basquiat que, por el contrario de Hart, sí ha contado con muchísima fama en su corta vida –murió de sobredosis a los 27-. El escritor considera que Basquiat no contaba realmente con la destreza necesaria para ser apreciado como un gran artista, sino más bien que se trataba de un producto de moda al que vendían como “un joven negro, novedoso y de talento autodestructivo”. Hughes llegó a la conclusión de que si hay algo que le guste más al sistema de la moda que un joven y nuevo artista es el joven y nuevo artista muerto, ya que considera que eso lo hizo más famoso.
Ambos autores deliberan de forma parecida en sus textos sobre el mundo del arte en el siglo XX, más precisamente en los 80’. Así como Tom Wolfe quiere que la historia absuelva a Hart –como se hizo con Bach, hoy considerado entre los mejores músicos del mundo pero en su época calificado de anticuado y de poco reconocimiento- Robert Hughes creé que, si la fama de Basquiat sobrevive al entusiasmo póstumo, quedaría demostrado que la muerte puede más que la habilidad y hasta llega a considerar -de forma un tanto extremista y dura- a los admiradores de Basquiat con los grupos de pro-vida, que adoran al feto y hablan de lo que hubiera llegado a ser de haber nacido.

Gabriela Levite

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Las Fiestas tradicionales del norte argentino




Tilcara, un pueblo rodeado de montañas y ritos

Más de 400 fiestas anuales se llevan a cabo en Tilcara, provincia de Jujuy, en las cuales lo pagano y lo religioso encuentran su equilibrio.


El instinto de supervivencia obligó a los habitantes de esa región, Coyas especialmente, a incorporar en la mayoría de sus ritos las exigencias religiosas de los conquistadores pero sin descuidar las propias. De esa amalgama nacieron las más puras expresiones de agradecimiento a la naturaleza, la vida y los antepasados.
Entre las fiestas que están por venir se encuentra las de los Pesebres, que se realiza a partir del 8 de diciembre hasta el 6 de enero, donde algunas familias y barrios hacen pesebres de distintos tamaños y los colocan dentro de las casas, lugares religiosos o directamente en la calle. Walter Apaza, un Coya que ayuda a organizar todas las fiestas de aquel pueblo y es, además, profesor de historia y director del museo “Soto Avendaño”, cuenta que grupos infanto-juveniles van danzando por las calles junto con los músicos y visitan dos o tres pesebres por día. Cuando llegan frente a uno hacen una danza ritual: si la casa en la que está el pesebre posee un palo con 12 trenzas (puesto especialmente para la ocasión), hechas con lana de oveja y de distintos colores, se realiza “la danza de las cintas”, en la que 12 jóvenes toman una cinta cada uno y hacen figuras como canastas y pinos. Si el palo no está, se hacen otras danzas: la del torito, danza de los pies cruzados o la mudancita, entre otras.


Los músicos son chicos del pueblo y el ritmo y la melodía son dados por la quena que está acompañada por el redoble y el bombo, y mientras van de un pesebre a otro (ese pasaje se llama pasacalle) la gente se va sumando. El 6 de enero termina la fiesta con el encuentro de todos los pesebres en la plaza principal, y todos los chicos (que pueden ser más de 2 mil) hacen un desfile mientras danzan al ritmo y muestran sus coreografías. Pero no es competitivo.
El siguiente evento más importante es el “Enero Tilcareño”, que se celebra después de la primera semana hasta fin de mes, y se concentran actividades que van desde lo cultural (arte-pintura, escultura, grabados), social (bailes públicos, bingos) deportivos (encuentros, olimpíadas, concurso de pesca) hasta musicales (festivales folclóricos con presencia de artistas locales, nacionales y extranjeros). Se realiza en los museos, en los clubes, en la municipalidad, en las asociaciones gauchas, etc.
Luego viene el carnaval, que es una mezcla de las fiestas saturnales de Roma y de la fiesta de la abundancia del mundo Andino. Oficialmente comienza el 25 de febrero pero ya diez días antes empiezan a festejarlo con el “jueves de compadre”. Ese día se homenajea a los hombres y la gente se reúne en casas y peñas donde comen asado, picante de pollo o de mondongo y bailan, cantan coplas, y, por supuesto, beben mucho alcohol. El jueves siguiente es el de “la comadre”, todo es igual pero la homenajeada es la mujer. Y el sábado siguiente es cuando empieza el carnaval con el desentierro del diablo. Cada comparsa del carnaval tiene un mojón (un montículo de piedras que representa el lugar donde está enterrado), que riegan con bebidas alcohólicas, con hojas de coca y cigarrillos encendidos. Cada comparsa se junta diariamente en su local (un lugar que tiene dispuesta cada una) alrededor del mediodía con su banda de música, sus diablos (hombres y niños se visten como tal) y sus seguidores para luego salir a bailar por las calles del pueblo e ir a los lugares que han sido invitados donde los esperan con mucha bebida. El diablo representa la diversión, la alegría y el sexo, y durante todo el carnaval gobierna el diablo, por ende, gobierna la diversión, la alegría y el sexo.
Otra característica es que la gente se tira talco y papel picado en la cara y en la cabeza. El papel picado es alegría y el talco viene de una de las fiestas greco-romanas (fiestas saturnales) en donde se le ponía talco a la gente para que no sea reconocida.
Después de una semana de alcohol y bailes, las comparsas vuelven a su mojón para enterrar al diablo (que en realidad lo queman) y así termina oficialmente el carnaval. Pero para quienes se queden con ganas tienen al domingo siguiente el “carnaval de Flores” y al otro el de “Remache”. Luego el de los fortines (se hace únicamente en Tilcara), de la señalada y el de los copleros. Estas son sólo algunas de las 400 fiestas que se festejan cada año.



Gabriela Levite

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