lunes, 12 de noviembre de 2007

China Zorrilla: "Quiero volver a escribir en un diario"


Con 84 años, llena de historias y anécdotas, China Zorrilla habla sin pelos en la lengua, desde su sillón al que llama trono y junto a su perra Yorkshire confiesa que quiere volver a escribir para un diario, critica al Gobierno argentino, recuerda su vida en Europa y a sus amigos de siempre.

La salud mental lo es todo

“Si una persona tiene muchos años como yo, debe saber que en el camino se le van a morir las personas que más quiere. A mi me gustan todas las cosas buenas de la vida. Cuando me muera no quiero nubes, no quiero ángeles, solamente quiero que sea igual que en la vida”




¿Qué son las cosas malas?
La envidia, los que se mueren de hambre, la indiferencia al prójimo, el poco amor hacia el otro, la injusticia social. En un país donde hay gente que come todos los días y otros que se mueren por no comer. Yo sufro mucho con ver a los chicos en la calle, me da mucha bronca.



¿Qué seria lo primero que mejorarías para cambiar lo que no te gusta?
Yo estoy muy harta de esas malditas papeleras. En las cárceles de Finlandia se hacen visitas guiadas porque nadie esta preso, están todas vacías. Podes encontrar algún borracho que ha roto una vidriera. Ellos no tienen nada que mostrarle al mundo, ni Shakespeare, ni Beethoven, pero tienen esa obsesión número uno en el mundo que es la seguridad. Cambiaría que no cambie el gobernante, estoy muy orgullosa de su gobierno. El ya sabe que en su país hay gente que se muere de hambre y gente que le sobra la plata. Al que no le gusta la plata que la regale y al que no le gusta el país que se vaya. El cantautor y pensador Facundo Cabral, tiene una canción que dice que seria muy lindo que los billetes tengan fecha de vencimiento así, uno podría decir: “hoy invito a comer a todo el mundo porque se me vence un Bill (Clinton). Es una idea genial que no se acumule la plata. Yo lo llame para felicitarlo.



¿Qué político te gusta más?
En realidad no me gusta la política, nunca me pongo ninguna camiseta políticamente aunque soy hincha de Boca. Soy una persona de izquierda y tengo mi propia ideología: ama al prójimo como a ti mismo y echemos a los mercaderes del templo. Con todas las cosas malas que pasan en el Río de la Plata, yo le mando cartas al presidente y le digo que excomulgue a todos los que venden armas y a los que fabricantes de armas que van a la Iglesia. Es un contrasentido disparatado, y en Argentina que es un país en democracia, se supone que todos deben comer y trabajar. Los jubilados no pueden vivir con un peso por año. Queda tanto por decir, pero no quiero parecer una vieja loca revolucionaria.



Hiciste muchas cosas por los demás ¿En que momento de tu vida fuiste enfermera?
En el año 1945, era enfermera voluntaria. Y empecé sin saber hacer nada, y una vez un médico me dijo que yo era quien curaba a los enfermos, estaba en la sala de neurocirugía. A los enfermos que tenían familia en el interior les escribía cartas que ellos mismos me dictaban. Pero un día descubrí que en el sótano había una enorme sala con bañeras que parecían piletas, ahí los bañaba. Mientras que a un enfermo que está internado le hacen una higiene mínima de mañana, yo había conseguido darles esa satisfacción. Una fábrica me daba jabones y shampoo. No es que estuvieran sucios, es que eran los mimos los que sanaban y para eso nunca hay tiempo en un hospital. Las enfermeras estaban para lo que estaban y yo estaba ahí para ayudarlas. Es un mundo maravilloso. Después conseguí una beca y me fui a vivir a Londres, todo bombardeado por la post guerra.




¿Cómo pasaste de vivir en Londres a escribir para el diario El País de Montevideo?
Todo empezó de ese lugar tan lindo que es Montevideo y tiene su encanto. Antes de que muera mamá, yo publiqué una carta muy linda, desde París, pero el dueño del diario me llamó para decirme que dejara de escribir notas que digan: “Para mamá y papá”, “Escribí para el diario no para tu familia”.
A los pocos días empezaron a salir notas mías firmadas por Concepción Zorrilla. Un día me enteré que había un festival de cine en Cannes. José Antonio Mendía, un amigo argentino que vivía en París y era periodista, me dijo que me haga invitar al festival. “Mandá una nota diciendo que sos periodista”. La mandé y me citaron. Lo más gracioso fue cuando llegue, había unas cajas que decían: Le Figaro de París: Messieur Marcel Philip, The New York Times: Jhon Stuart, El País de Montevideo: Concepción Zorrilla.



¿Volviste a leer tus notas publicadas?
Hace poco un amigo uruguayo, Voltaire Barboni, me llamo y me dijo que tenia una copia de una de mis notas, la numero 27. Cuando la leí me encanto y no podía creer que yo haya escrito eso.



¿Todavía escribís?
Ahora sólo escribo cartas pero desde que releí ese artículo, me dan ganas de hacerlo. Hay muchas cosas para decir de la Argentina. Pero no puedo escribir con mi nombre porque ya estoy metida en el baile.



¿Alguna vez intentaste escribir en un diario argentino?
Una vez llame a (Bartolomé) Mitre y le comente de mi idea de escribir en una columna y llamarla: Los dientes del perro. Es un cuento de Tolstoi. La historia cuenta que un día paseaban los alumnos con el profesor por un prado, hasta que uno de los chicos empieza a sentir un olor muy feo. Mientras trataban de encontrar de dónde provenía el olor, un chico encuentra un perro muerto. Llevaba días ahí, tenía las tripas afuera y hormigas que le caminaban por la órbita del ojo. Cuando el profesor se acercó, dijo: “Que lindos dientes que tenía”. Ésta historia es mi filosofía de vida. En lo peor, siempre se puede encontrar algo bueno. Lo que yo le dije a Bartolo, fue que yo quería escribir sobre las cosas lindas que pasan y de las que nadie habla.



¿Qué te contesto Mitre?
“Cuando quieras”. Lo primero que yo quería contar era la historia de un policía y unos presos en un pueblito del interior. Resulta que había un policía estudiando en la comisaría y los presos desde la celda lo molestaban, él les pedía que se callaran, entonces uno de ellos le dijo que estaban aburridos y querían que el policía les enseñara algo de lo que estaba estudiando. Cuando él les preguntó sobre qué querían aprender, ellos le contestaron: “primero queremos saber leer y escribir”. Yo me enteré por el noticiero, el policía pedía lápices y papeles para enseñarles. Quería ir pero quedaba lejos, así que le iba a mandar las cosas pero después me olvide, porque ya estoy vieja.



¿Qué es lo que más te importa hoy en día?
La amistad. La sinceridad. Uno de mis amigos es Bernardo Neustadt, él me regaló a Flor, mi perrita. Con él tengo una relación muy especial porque nunca nos ponemos de a cuerdo con nada, pero nos amamos. En un tiempo yo hacía una obra que se llamaba: Victoria y Eva. Eran dos figuras muy opuestas. Algunos estaban de a cuerdo con una de ellas -Ocampo, símbolo de la oligarquía argentina- y otros con la otra –Perón, una luchadora social-. Los grupos se juntan con los que piensan igual –los de Boca van a las peñas que ellos mismos arman y los Kirchneristas van a los actos del presidente- a mi me encanta estar con los que no piensan como yo. Bernardo es un periodista fantástico y yo lo quiero mucho.



¿Extrañas a Ana María Campoy?
Tengo anécdotas inolvidables con ella. Siempre que estábamos juntas y hablábamos con alguien, ella se tapaba la boca y de costado, murmurando me decía: “No es normal”. Eso me daba mucha risa. La iba a ver todos los días por lo menos diez minutos a la obra de teatro que hacía, para mi era una gran profesional y una muy buena amiga.


Recuadro:
Carta de Néstor Kirchner a China Zorrilla:
En un día tan especial no quería dejar decirte y dejar de hacerle llegar mi más sincero reconocimiento y admiración por una trayectoria dedicada a reafirmar los valores de nuestra cultura rioplatense. Mi querida China por su calidad artística, pero sobre todo por su calidad humana usted es un ejemplo de vida para seguir trabajando por un mundo mejor, con más solidaridad y más justicia. Feliz cumpleaños, un abrazo pingüino.

"No existe cosa más perfecta que ésta carta. ", dice la China.


Florencia Salvador.